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viernes, 15 de diciembre de 2023

Arte Neoguarani es objeto de estudio en escuelas del Estado de Paraná, Brasil

El arte Neoguarani forma parte de los cuadernos pedagógicos dirigidos especialmente a profesores y educadores de la red educativa estatal de Estado de Paraná, donde están disponibles las directrices curriculares de la Secretaría de Educación. Junto a las obras de Cándido Portinari y Poty Lazzarotto, entre otros grandes artistas brasileños, el arte Neoguarani es objeto de estudio en todas las escuelas del Estado durante el desarrollo de talleres e intervención en los espacios públicos.






http://www.diaadiaeducacao.pr.gov.br/portals/cadernospde/pdebusca/producoes_pde/2014/2014_unicentro_arte_pdp_salete_rosa_motter

martes, 12 de diciembre de 2023

Los desafíos de crear en otra lengua

La lengua es el instrumento natural del pensamiento. Es decir, los seres humanos le debemos al lenguaje nuestra capacidad de pensar. Pero siempre que pensamos, creamos, sentimos o soñamos, lo hacemos en nuestra lengua materna.


Visto que es la que mejor conocemos y la que menos esfuerzo requiere, nuestra lengua materna nos permite comunicarnos fluida y espontáneamente. Es por ello que preferimos emplearla tanto en situaciones intelectualmente complejas como en circunstancias íntimas.

Además, siendo el primer signo de identidad individual y colectiva, la lengua materna es el vehículo más importante de la cultura. Al ser un organismo vivo, según Humboldt, la relación de la lengua con la cultura es absolutamente indisociable.

Si, por un lado, es principalmente gracias al sistema de comunicación verbal que los hablantes reflejamos nuestras experiencias y formas de ver y entender el mundo, el lenguaje es el que nos provee identidad y sentido de pertenencia a un determinado lugar. Por otro lado, debido a que las lenguas y las culturas están íntimamente enlazadas, el conocimiento de otros idiomas abre puertas a mundos diferentes y nos permite descifrar, comprender y adoptar los fundamentos de otras culturas.

Pero, sin un profundo dominio de un idioma diferente o segunda lengua, sería imposible abrazar otra cultura. Claro que, tal comprensión y dominio no están vinculados a la dicción o manera de pronunciar, sino a la capacidad de pensar valiéndonos del sistema lingüístico de otra cultura. Dentro de ese sistema, las formas de expresión más sutiles y complejas -presentes tanto en el lenguaje culto como en el popular de todos los idiomas- son la jerga, la ironía y el humor.

Del mismo modo que, solamente cuando comprendemos y dominamos tales complejidades y sutilezas, realmente podemos afirmar que hablamos la lengua de otro pueblo, cuando hablamos esa otra lengua es porque no sólo conocemos la cultura local, sino que ya la hemos incorporado. Al igual que un nativo de veinte o treinta años de edad está permeado por su cultura; después de muchas décadas, un extranjero también lo estará. Pero el extranjero cuenta con una ventaja adicional: puede contemplar esa cultura desde adentro, tanto como observarla desde afuera.

Aunque, para quienes actuamos como agentes en ámbitos culturales, estas cuestiones, tan sutiles, no pasan inadvertidas, difícilmente son percibidas tanto por los nativos como por los extranjeros que actúan en otras áreas. Sin embargo, aquellos nativos del mismo ámbito que están facultados para evaluar las creaciones artísticas y entienden los grandes desafíos de crear en otra lengua, deberían valorar el desmedido esfuerzo que debe realizar un extranjero para imaginar un estilo o lenguaje plástico que, aunque suene paradójico, estéticamente los represente a ellos.

Ese es el caso de algunos jurados nativos de este país que, analizando mi obra y trayectoria, reconocieron cierto valor. Ejemplo de ello es el siguiente: "Artista de larga y relevante trayectoria artística, con acciones innovadoras, a lo largo de su carrera. Su actuación está ligada al mundo de la escritura, las artes visuales y plásticas, así como a la educación. Tiene un cuerpo de obra de gran importancia para la memoria artística cultural local, nacional e internacional".

Este tipo de reconocimientos lo puede otorgar únicamente quienes entienden los desafíos y las dificultades de crear en otra lengua y saben que la cultura es la herencia social de toda la comunidad.

Miguel Hachen | Neoguarani
Arte con identidad cultural 

Detalle del proyecto para la obra mural Neoguarani "Naipi e Tarobá"



Zigmund Kowalski

 Zigmund Kowalski fue, es y seguirá siendo el paisajista más destacado de la Provincia de Misiones y personalidad destacada del arte argentino. No sólo tuve el privilegio de conocerlo y mantener largas conversaciones sobre arte, sino que en 1989, cuando yo aún residía en Posadas, intercambiamos una obra.



sábado, 25 de marzo de 2017

Breves nociones sobre técnicas y fundamentos

Así como existe abundante bibliografía sobre diversas técnicas artísticas, también proliferan los cursos, talleres y seminarios donde aprenderlas, a los que actualmente también se suman una infinidad de tutoriales y hasta programas de TV que le permiten al interesado alcanzar resultados instantáneos.


Ocurre que, en su anhelo de aprender, los interesados persiguen los resultados inmediatos que estos tipos de cursos técnicos les proporcionan. De modo que, en un seminario de apenas tres o cuatro días o, inclusive, de algunas horas, cualquier persona puede asimilar y aplicar una determinada técnica.

Es por este motivo que, muy especialmente en el ámbito de la artesanía y del mosaiquismo, proliferan los seminarios y los cursos, dónde se enseñan diversos tipos de técnicas. Recursos técnicos que le proporcionan al interesado las habilidades necesarias para realizar objetos decorativos, todo tipo de manualidades o productos artesanales. En estos cursos técnicos se aprende desde como cortar y pegar los mosaicos, cerámicas, venecitas o un trozo de madera, elaborar distintos tipos de texturas, relieves, confeccionar un tutor para el jardín, hasta como empastinar una mesa, un espejo o un mural.

Si por un lado proliferan los cursos de técnicas, por otro lado escasean los cursos sobre los principios que fundamentan las artes visuales. Pero, entonces, ¿En qué consiste la diferencia entre técnicas y fundamentos?

Las técnicas

Aquello a lo que comúnmente denominamos TÉCNICA no es otra cosa que un conjunto de procedimientos o recursos que se adquieren por medio de la práctica y que solamente requieren de cierta habilidad para realizar determinado oficio, ejecutar determinada tarea, manejar una máquina, herramienta o cualquier dispositivo tecnológico, bien como la utilización de distintos materiales y sus múltiples procedimientos o aplicaciones. Así, cuando en artes plásticas hablamos de fresco, bajorrelieve, mosaicos, acuarela, acrílico, óleo, pastel, carbonilla, etc., hacemos referencia a las distintas técnicas.

Por ejemplo, cuando a alguien se le enseña a utilizar una herramienta para cortar mosaicos en círculos, de diversos colores, y a cómo pegarlos sobre determinada superficie, se le está enseñando una técnica, pero esta técnica no le permitirá crear por sí sólo, solamente podrá reproducir lo aprendido. Es decir, a cortar y a pegar otros redondeles de colores. Lo mismo ocurre cuando se nos enseña, por ejemplo, el bajorrelieve o cualquier otra técnica.

Si bien es innegable que todo proceso técnico es válido ya que nos permite producir bienes y servicios o, por lo menos, nos ofrece una terapia ocupacional alternativa; también es verdad que, por sí sola, la técnica no es arte ni nos proporciona resultados artísticos. Y esto se debe a que los procedimientos técnicos carecen o prescinden de los principios que fundamentan el lenguaje visual.

Los fundamentos del lenguaje visual

Se denomina FUNDAMENTOS al conjunto de principios de un sistema de conocimientos. Por ejemplo, los principios que rigen la organización del lenguaje -en cualquier escrito- son los fundamentos de la gramática, sin los cuales sería imposible leer y escribir.  Aquellos principios que se aplican en el arte de organizar y de combinar los diferentes sonidos, melodías, armonías, silencios y ritmos, etc., son los fundamentos de la música. Por su parte, las artes plásticas o visuales se basan en los fundamentos del COLOR y de la FORMA. Así como no existiría literatura si no se conoce la gramática, sin el conocimiento del color y de la forma habrá expresión pero sin arte.

Del mismo modo que para ser escritor necesitamos conocer los fundamentos de la lengua escrita, para ser artista es imprescindible conocer los fundamentos del arte, es decir: el color y forma. Esto equivale a afirmar que el hecho de manejar técnicamente una computadora -es decir conocer todos sus recursos técnicos- si desconocemos los fundamentos de la gramática sólo podremos copiar otros escritos, pero difícilmente podremos crear un texto por nosotros mismos.

Es muy habitual que quienes se inscriben en seminarios y cursos, como muchos de los que enseñan, ignoren la enorme diferencia entre los fundamentos del lenguaje visual y las diversas técnicas. Aunque las técnicas no sean otra cosa que un conjunto de procedimientos o recursos que se adquieren por medio de la práctica y que solamente requieren de cierta habilidad, generalmente se usa ese vocablo para designar a todo lo referente a las artes visuales, confundiéndolo inclusive con estilo o lenguaje.

De modo que al desconocer la diferencia entre estos dos conceptos tan distintos, se hace difícil convencer a los interesados sobre las ventajas que tienen los cursos de color o de dibujo -es decir de fundamentos- sobre los cursos de técnicas, aunque en el primer caso los interesados absorberán conocimientos básicos con los que podrán comenzar a crear y a valerse por sí mismos. Esto también se debe el hecho inmediatista de que, tanto para quienes enseñan como para los que aprenden, lo aparente, lo visible y lo instantáneo siempre les resultará más atractivo, aunque no les proporcione ninguna ventaja.

Así, para quienes desconocen estas diferencias y desean resultados a corto plazo, en lugar de llevar consigo conocimientos, aunque en lo inmediato sean impalpables e inmateriales, pero mucho más valiosos, siempre es más atractivo, y sobre todo visible,  finalizar un curso llevándose una "obra" acabada (con derecho a fotos en las redes sociales), que luego será colgada en la pared de cocina y que a menudo es realizada por el "maestro", quien cobra más por realizar los trabajos de los alumnos que por enseñar. Recordemos que nadie enseña aquello que ignora.  

Claro que se puede hablar de la enseñanza de técnicas para escribir cuentos o para realizar obras arte, pero en el caso de los talleres de técnicas para cuentos se sobreentiende que el interesado en participar está mínimamente alfabetizado, conoce los fundamentos básicos del lenguaje escrito, es decir: saber leer y escribir. Lo mismo vale para quienes aspiren a realizar un taller de arte: deben conocer los fundamentos del lenguaje visual.

Aunque no se ve, el conocimiento del lenguaje visual es más valioso porque al aprenderlo lo podemos aplicar toda la vida, mientras que las técnicas, que sí se ven, son útiles apenas para unas pocas aplicaciones.

El artista crea a partir del conocimiento del lenguaje visual, no de las técnicas. Conociendo la técnica, cualquier persona podrá pintar o realizar un mural, pero si desconoce los principios que fundamentan la forma y el color será incapaz de crear algo estéticamente agradable. Si tradujéramos una obra en porcentajes, el dominio de la técnica constituiría en apenas un 5 por ciento de toda creación artística, mientras que el 95 por ciento restante radica en el conocimiento de los fundamentos del lenguaje visual. Así, el valor artístico de las obras no reside en las técnicas empleadas sino en los fundamentos. 

De modo que solamente aquellos que comprendan las diferencias existentes entre estos dos conceptos, en lugar de elegir seminarios de técnicas optarán por un curso de fundamentos.


Miguel Hachen | Neoguaraní

jueves, 9 de marzo de 2017

Gabriel García Márquez e seu manual para ser criança


"Mãe", obra da minha autoria que 
escolhi para ilustrar este texto


Aptidão e vocação

Aspiro que estas reflexões sejam um manual para as crianças aprenderem a defender-se dos adultos na aprendizagem das artes e das letras. Não tenho uma base científica, senão emocional - ou em todo caso sentimental- e se fundamenta em uma premissa improvável: se colocarmos uma criança perante uma variedade de brinquedos, ela irá escolher aquele que mais goste; acredito que essa preferência não é casual, apenas revela que a criança tem uma vocação e uma aptidão que talvez possam passar inadvertidas para os pais (sempre ocupados) e para seus professores sempre cansados.

Aptidão e vocação se manifestam muito cedo e é importante identificá-las a tempo para que no futuro possamos ajudar a criança a escolher sua profissão. As crianças numa determinada idade e sob certas condições possuem faculdades congênitas que lhes permitem enxergar muito além da realidade admitida pelos adultos. Poderiam ser resíduos de algum poder adivinatório que o gênero humano esgotou em etapas anteriores, ou - ainda - manifestações extraordinárias da intuição quase clarividente dos artistas durante a solidão do crescimento e que desaparece - como a glândula do timo- quando já não são necessárias.

Aprender é recordar

Acredito que se nasce com a vocação para escritor, pintor ou músico e em muitos casos com as condições físicas para a dança e o teatro, e com um talento propício para o jornalismo escrito entendido como um gênero literário e para o cinema entendido como uma síntese da ficção e da plástica. Neste sentido sou um platônico: aprender é recordar. Isto quer dizer que quando uma criança chega ao primeiro grau pode ir predisposto pela natureza para algum destes ofícios, mesmo que ainda não o saiba. E talvez não o saiba nunca.

Antônio Sarasate, aos quatro anos, tocou no seu violino de brinquedo uma nota que seu pai, um grande virtuoso, não conseguia dar com o seu. Sempre existe o risco de que os adultos destruam tais virtudes porque lhes parece primordiais e acabam por introduzir os seus filhos na mesma realidade fechada que aprenderam de seus próprios pais. O rigor de muitos pais com filhos artistas costuma ser idêntico ao utilizado pelas pessoas cujos filhos são homossexuais.

As aptidões a as vocações nem sempre vêem juntas. Daí o desastre de cantores com vozes sublimes que não chegam a lugar algum por falta de juízo, ou de pintores que sacrificam toda uma vida numa profissão errada, ou de escritores que não sabem contar uma história completa e em ordem.

As vantagens de não obedecer aos pais

Uma pesquisa tem demonstrado que na Colômbia não existem sistemas estabelecidos de captação precoce de aptidões e vocações como ponto de partida para uma carreira artística. Os pais não estão preparados para identificá-las no tempo certo. Geralmente contrariam a vontade dos filhos. Os pais menos drásticos propõem a seus filhos estudar uma carreira "segura" e, conservar a arte para entreter-se como hobby nas horas vagas. A sorte para a humanidade é que são poucas crianças que obedecem aos seus pais quanto ao seu futuro. É por isso algumas crianças que possuem alguma vocação assumem atitudes ardilosas para conseguir o que querem.

Aqueles que não se dão bem na escola porque não gostam das matérias, não obstante, poderiam se sair muito bem se alguém lhes ensinasse aquilo que gostam. Também pode acontecer que obtenham boas notas, não porque gostem da escola, senão para que seus pais e professores não os obriguem a abandonar "aquele brinquedo preferido" que levam escondido no coração. Há também os casos de crianças que têm que sentar-se ao piano ou perante uma prancheta de desenho sem aptidão nem vocação alguma, apenas por imposição dos pais.

Driblando as metodologias

Um grande mestre de musica, escandalizado pela impiedade dos métodos utilizados, disse que o piano deveria ser deixado num canto da casa não para que as crianças estudem "na marra" senão para que "brinquem" com ele.

Nós, os pais, queremos que nossos filhos sempre sejam melhores que nós, impondo aulas de todo tipo, no intuito de começar uma estirpe de intelectuais. No extremo oposto, não faltam as crianças que seguem sua vocação sem conhecimento dos pais e, quando estes descobrem já são estrelas de uma orquestra ou autodidatas bem sucedidos.

Professores e alunos não aceitam os métodos acadêmicos tradicionais, porém não possuem um critério comum sobre como o aprendizado poderia ser melhor. A maioria recusa os métodos vigentes pela sua rigidez e falta de atenção à criatividade e preferem ser empíricos e independentes. Outros consideram que seu destino não dependeu tanto daquilo que aprenderam na escola como da "esperteza" com que driblaram os obstáculos de pais e professores. Em geral, a luta pela sobrevivência e a falta de estímulos tem forçado à maioria a aprender sozinhos.

Empirismo ou formação acadêmica?

Os critérios sobre a disciplina são divergentes. Alguns optam pela liberdade plena enquanto outros preferem o empirismo absoluto. Aqueles que falam da não disciplina reconhecem sua utilidade, porém acreditam que esta nasce espontânea como fruto de uma necessidade interna e, portanto, não há que forçá-la. Outros prescindem a formação humanista e os fundamentos teóricos da sua arte. Outros, ainda, afirmam que a teoria não é necessária. A maioria, após anos de esforços, se subleva contra o desprestigio e as penúrias dos artistas numa sociedade que nega o caráter profissional das artes.

Não obstante, as opiniões mais duras da pesquisa estavam contra a escola, como um espaço público onde a pobreza de espírito corta as asas e é uma grande maranha aprender qualquer coisa, em especial às artes. Pensam que houve uma enorme perda de talentos devido à repetição infinita de dogmas acadêmicos, enquanto que os mais dotados apenas puderam ser grandes criadores quando não tiveram que voltar às aulas.

"Educa-se de costas para a arte", repetem professores e alunos. Estes gostam de sentir que se fizeram sozinhos. Os professores ficam ressentidos, porém admitem que ele diriam o mesmo. Talvez o certo seria dizer que todos tem razão. Pois tanto os professores quanto os alunos e, em último caso, a sociedade toda, são vítimas do sistema de ensino que está longe da realidade do país.

Não é o mesmo o ensino artístico que a educação artística. Esta é uma função social e, assim como se ensinam as matemáticas e as ciências, deve ser ensinado desde o primeiro grau o apreço e o gosto pelas artes e as letras. Por outro lado, o ensino artístico é uma carreira especializada para estudantes com aptidões e vocações específicas, cujo objetivo é formar artistas e professores como profissionais da arte.

Procura-se novos talentos

Não devemos esperar que as vocações cheguem: temos que sair a procurá-las. Estão em todas e qualquer parte, mais puras quanto mais esquecidas. São elas as que sustentam a vida eterna da música nas garagens, a pintura rebelde dos graffitis, a poesia dos botecos, o torrente infindável da cultura popular que são o pai e a mãe de todas as artes.

Proponho não apenas uma mudança de forma nas escolas de arte, gostaria que a educação artística seja planificada dentro de um sistema autônomo, que dependa de um organismo próprio da cultura e não de ministério da educação. Que não esteja centralizado, pelo contrário, que seja o coordenador do desenvolvimento cultural desde as distintas regiões do país, pois cada uma delas tem sua personalidade cultural, sua história, suas tradições, sua linguagem, em fim, suas expressões artísticas próprias.

Que se comece por educar os pais e professores na apreciação precoce das inclinações das crianças e os prepare para uma escola que preserve sua curiosidade e sua criatividade natural. De todos modos, pela arte das artes, aqueles que hão de ser já o são, mesmo que jamais cheguem a sabê-lo. Que a vida decida quem serve e quem não serve, como de todos os modos ocorre.



Gabriel García Márquez
Reconhecido escritor colombiano, Prêmio Nobel de Literatura,
autor - dentre outras obras - de "Cem anos de solidão"

Tradução livre Miguel Hachen | Neoguarani

miércoles, 8 de marzo de 2017

Arte público al servicio de ideales, no de ideologías

Mientras que el socialismo timonea obsesionado sobre fórmulas marxistas, el capitalismo concentra las riquezas y administra la miseria humana, hegemonizando su doctrina liberal. Como toda ideología, ambas corrientes cometieron -y aun cometen- genocidios y etnocidios, siembran miedo y cultivan odios viscerales. Lo mismo ocurrió y aún ocurre con las religiones.

Partícipes de la historia, los artistas fueron funcionales a la iglesia retratando sus “verdades” o la enfrentaron criticando sus falacias. Del mismo modo que el arte revolucionario fue subvencionado por la izquierda, estuvo al servicio de las elites liberales y otras veces combatió regímenes absolutistas, en los mal llamados sistemas democráticos de hoy, muchos artistas realizan obras respondiendo al poder de turno.

Al igual que durante el auge del movimiento muralista mexicano, hoy el contenido de las obras del arte público es mayoritariamente partidario y se continua promoviendo las luchas sociales, la discriminación y el adoctrinamiento. Con apoyo oficial, la libertad de expresarse en muros y paredes es utilizada principalmente para dividirnos entre fieles e infieles, blancos y negros, orientales y occidentales, unitarios y federales, socialistas y liberales, fanatizando a las masas que, en pleno siglo XXI, se someten ciegamente a inverosímiles sofismas. Adictos a diversas ideologías, algunos artistas ignoran que el adoctrinamiento y las luchas entre distintos sectores hoy ya son estériles, como es vano creer en el predominio o supuesta superioridad de una cultura sobre las otras.

Creo que la consciencia social del arte en general y del muralismo en particular debe orientarse hacia los contenidos que honren a la naturaleza, a los orígenes del hombre. El énfasis debe estar en los bienes primordiales de la raza humana, de la naturaleza, de la vida como un todo. Nuestro planeta como espacio vital incluye a todas las clases sociales y trasciende dogmas e ideologías. El arte público debe ser un canto a la vida y a la libertad, a la integridad de la madre tierra. El hombre y el arte deben marchar hacia un ideal universal heterogéneo.

“Ysy, Kuarahy ha Yvytu” (A Mãe Água, o Sol e o Ar - La Madre Agua, el Sol y el Aire), Obra Mural Neoguarani realizada en el Edificio do Saber, Parque Tecnológico Itaipú, Foz de Iguazú, Brasil.  

Miguel Hachen | Neoguarani

Fotografía, gentileza de Jean Pavão.

lunes, 6 de marzo de 2017

De la alfabetización a la alfabetización visual


Saberes básicos

Leer y escribir consiste básicamente en la comprensión y en el empleo de un lenguaje compuesto por ese conjunto de signos gráficos al que denominamos alfabeto. Si lo desconociéramos ni yo podría escribir el texto que estás leyendo, ni vos serías capaz de leerlo. Esto es muy básico, ¿verdad?

Estas capacidades conforman dos de las cuatro habilidades lingüísticas; las otras dos, más básicas aún, son el habla y la comprensión del habla. Con lo dicho se entiende que para hablar correctamente, escribir aceptablemente, así como para comprender aquello que leemos, tanto el emisor como el receptor necesitan contar con estas cuatro habilidades mínimas. 

El lenguaje escrito

Ciertamente, la capacidad de hablar, comprender, leer y redactar textos medianamente coherentes no alcanza para que mi vecino Juan se considere escritor. 

Es obvio que, además de vocación, el oficio de escritor demanda conocimientos lingüísticos más profundos, es decir que requiere del dominio de todos los principios y elementos gramaticales que componen nuestra lengua y de cómo estos elementos se organizan y se combinan. Se entiende que para ser escritor no nos alcanza con saber leer y escribir.

Nosotros que conocemos a Juan sabemos que él escribe mensajes con el único propósito de hacerse entender; él también es capaz de llenar formularios y agendar las tareas del día. Como su objetivo es comunicarse, está satisfecho. Ahora bien, ¿qué ocurriría si por el mero hecho de llenar formularios y enviar mensajes a sus clientes Juan se autoproclamara escritor? 

Peor aún sería que Pedro, el hermano mayor de Juan, que es analfabeto, intentase escribir un cuento, un poema o una simple frase y para ello concurriese a uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis talleres de “literatura” donde sus “maestros” prometen enseñarle todo. 

Durante el primer curso de tres clases -bien remuneradas, por cierto- su “maestro” le enseña a garabatear una vocal, la “A”, lo más prolijamente posible o, para facilitarle el trabajo, le sugiere que busque esta letra en una revista y la copie o la recorte. 

En el segundo curso, su nuevo “maestro” le pide que copie –también de una revista- dos o tres consonantes y algunos signos de puntuación, sin explicarle a Pedro lo que está haciendo. 

El tercer “maestro”, en tan sólo dos clases, satisfará las expectativas de su alumno, logrando que él escriba una palabra, aunque el bueno de Pedro siga siendo incapaz de leer lo que acaba de escribir.

A todo esto, aunque le entusiasmó formar su primera palabra, Pedro no logra distinguir la fonética de las vocales ni de las consonantes. No logra combinarlas. Él ve figuras pero no las identifica, no logra distinguir un cero de una O, una T de una D. Su maestro le “enseña” a colocar una letra al lado de la otra, prolijamente alineadas, pero no le enseña a escribir ni a leer. Tal vez porque el propio maestro no sepa hacerlo bien o quizás porque lo está estafando.

Pedro “sabe” que escribió su nombre porque su maestro se lo ha dicho, pero no es capaz de escribir por sí mismo el nombre de su hermano Juan, ni el de sus profesores. Para ello depende y dependerá siempre de sus maestros. Probablemente muchos de ellos, como tampoco manejan los fundamentos rudimentarios de la gramática, le harán escribir su nombre con hache, intercalando mayúsculas y minúsculas: pHEdrO. Pero como él ignora que de nada le sirve aprender a garabatear palabras sin saber lo que está escribiendo, no cuestiona a sus maestros, al contrario, los admira porque tienen el poder de escribir, aunque él no sepa si lo hacen bien o si lo hacen mal. En el transcurso del cuarto taller, su nuevo “maestro” le ayudará a escribir su primera frase: “Pedrho ama a zu ermano”. A esa altura, con cuatro certificados en su haber, Pedro se considera escritor ¡Está feliz!

Pero como hay demasiados maestros especializados en técnicas, Pedro que es escritor aún sin saber leer y escribir, va a participar de un nuevo curso donde”, en apenas tres días, le enseñarán “Poesía contemporánea”. Y allá, nuevamente, va Pedro, muy ilusionado.

Dejando de lado estas irónicas analogías, se entiende que desconociendo los códigos del lenguaje escrito seremos incapaces de expresarnos y comunicarnos. De igual modo, si tocamos aleatoriamente cualquier instrumento musical, en el mejor de los casos, estaremos generando ruidos molestos, en lugar de sonidos (que te lo confirme algún músico). 

Lo mismo ocurre con las artes plásticas; si distribuimos planos, colores, líneas, valores y manchas, fortuitamente, al acaso, estaremos ensuciando o, como mucho, rayando y manchando superficies sin dar indicios de que nuestra intención es hacer arte. Sin embargo es lo que más se hace, es lo que más se “enseña”. Claro, es que no hay tiempo ni necesidad de profundizar. ¿Para qué?, si mi vecino Juan pasó de llenar formularios a poeta en apenas cuatro días y su hermano Pedro, el analfabeto, ya es escritor.

El lenguaje visual

Si esto realmente ocurriese en ámbito de la alfabetización de nuestra lengua sería absurdo, inaceptable. Sin embargo es lo que ocurre en gran parte de los talleres particulares, en los cursos y en los centros de enseñanza artística -incluyendo facultades- donde, en lugar de alfabetizar visual y sensorialmente, en vez de enseñar los fundamentos del lenguaje visual, se enseña técnicas: pegar, copiar, recortar, calcar, pincelar, manchar, rayar, raspar, etc. 

Esto en gramática equivaldría a disponer de un conjunto de letras dispuestas fortuitamente para formar fonemas ilegibles e impronunciables. También equivaldría a enseñar a manejar programas como el Word a personas que no saben leer y escribir!

Si crees que lo desatinado es válido y lo consideras arte, ¿me creerías si te digo que esto es literatura? A ver, intenta leer lo que sigue y decime qué dice: Nxkjdwjios, cosnmdkw azprelo towl bmosilbx, nsofper. Jho amdmlwep dflqw ajde jdi jdjen a jsjesd, ¡kskdjeje!

Ahora bien, sabemos que para escribir no alcanza con disponer, al acaso, vocales y consonantes formando palabras sin significado alguno y, con estas palabras conformar frases ilegibles.

Con lo dicho se entiende que, del mismo modo que el aspirante a escritor debe conocer y dominar los principios de la gramática, el estudiante de arte y el artista también debe conocer y dominar los códigos del lenguaje visual, sin los cuales es IMPOSIBLE crear. 

Así como el escritor y el músico, el artista además de expresarse y de comunicarse debe hacerlo con estilo, con elegancia, es decir con estética y, para tanto, su conocimiento y dominio del lenguaje plástico debe ser profundo. No nos alcanza con saber el nombre de los colores ni con diferenciar una recta de una curva. Es como decirte que para escribir no alcanza con saber diferenciar las vocales de las consonantes. 

El artista debe saber cómo, dónde y para qué colocar un amarillo y como desaturar un azul; cómo crear un contraste y como evitarlo.  Debe saber cómo emplear las diagonales y las curvas, es decir conocer el significado del lenguaje de las formas y de los colores. Debe saber “leer y escribir” con los elementos del lenguaje visual. Esto equivale a disponer de las palabras con precisión y belleza, con conocimiento y certeza o a componer con los sonidos armónicamente. Pintar es tan espontaneo como escribir, no es algo casual o caótico, pero para ser espontáneo el autor no debe desconocer el lenguaje que utiliza. 

Lo cierto es que, así como los escritores y los músicos se expresan a través de lenguajes específicos, la pintura en particular y el arte en general, también posee un lenguaje propio. Si los escritores, además de conocer la estructura gramatical, conocen a la perfección el significado de las palabras que utilizan, ¿Por qué los pintores, los muralistas, los mosaiquistas, los ilustradores, etc., creen que no es necesario conocer con profundidad el lenguaje de los colores y de las formas?

Jamás supe que se ofrezcan talleres de literatura dirigidos a grupos de analfabetos. Esto constituiría una estafa. Para quienes saben leer y escribir es obvio que lo primero que habría que hacer es alfabetizar al grupo, y luego sí orientarlos para que puedan escribir poesías o cuentos. 

Con el arte ocurre lo opuesto, se enseña a pintar, a hacer murales y todo tipo de trabajos sin que antes se haya enseñado los códigos del lenguaje visual. De esta forma se estimula el analfabetismo visual. 

Esto se debe a que los “maestros” muchas veces ignoran, no logran descifrar, los códigos del lenguaje visual que utilizan. Pero claro, alfabetizar demanda tiempo, mucho tiempo y, sobre todo, mucho conocimiento. Así, aunque las intenciones sean buenas, nadie puede enseñar aquello que ignora.

Miguel Hachen | Neoguarani 
Ilustración de mi autoría: "El color inexistente"

domingo, 5 de mayo de 2013

Primera Bienal Internacional de Arte en Miramar


Todas las manos, todos los nombres

Durante diez días el Parque de los Patricios en Miramar, Argentina, fue el gran escenario de los artistas que participaron de la Primera Bienal Internacional de Arte. Muchos de ellos son reconocidos maestros muralistas y, en cada mural, dejaron sus huellas y sus nombres.

Junto a esos nombres, detrás de ese gran escenario, para dar brillo al encuentro, hubo muchos otros nombres. Nombres de empresarios e instituciones; nombres de autoridades y funcionarios de la Secretaria de Turismo; nombres de estudiantes, albañiles, colaboradores y vecinos que trabajaron mucho para que la bienal fuese un éxito. Resultaría imposible nombrarlos a todos porque la lista sería interminable.

Creo no equivocarme al afirmar que la gran enseñanza de la Primera Bienal Internacional de Arte en Miramar fue que el muralismo puede ser considerado arte público cuando todos los nombres se incluyen y participan, cuando toda la comunidad entiende que las obras les pertenecen.

En nombre de todos los muralistas y del mío propio, felicito y agradezco a todos los organizadores y al pueblo de Miramar. 

"Yvy" (Tierra). Pequeña obra mural realizada durante la 1º Bienal Internacional de Arte Miramar 2013 con la participación de Omar Sirena, Lorena Tarable, Juan Carlos Castro, Ana Laura Pasqualini, Mariana Cozzi e Ivan Teryda.

Miguel Hachen | Neoguarani

jueves, 11 de abril de 2013

La banalización cultural

Promovida y subordinada a los intereses económicos e ideológicos de los grandes medios de comunicación quienes dictan el gusto y la preferencia, estamos cada vez más contaminados por la insubstancial cultura masificada. Cual si no existiesen otras opciones, el público no solamente es inducido a consumir productos culturales anodinos sino también a “comprar” y - lo que es peor- a adoptar valores y comportamientos espurios.

Estrechamente vinculado a este modelo social consumista, el actual sistema educativo es apenas un medio utilitario que cumple su papel adiestrando mano de obra prematura y otorgando diplomas para garantizar la inserción en el mercado laboral que aseguren el empleo y la producción de bienes para el consumo.

En esos moldes la visión y la misión vigentes en los centros de enseñanza no es la de universalizar el saber para la formación integral y cualitativa del ser humano, sino la de formar profesionales estandarizados, sin cultura general, limitados a su especialización y contaminados por los valores de la industria mediática que les impone el consumo de bienes tecnológicos.  

Es difícil encontrar profesionales o empresarios que inviertan en arte o consuman bienes culturales genuinos producidos en su propia comunidad. Es poco frecuente encontrar médicos, ingenieros o abogados en una muestra de pintura o presenciando una obra de teatro.

Si cotejamos el actual crecimiento económico con el desarrollo cultural notamos que mientras el primero alcanza índices elevados el segundo se va malogrando. Empresarios y medios de comunicación no incentivan ni estimulan, ni siquiera mencionan a los trabajadores culturales que se esfuerzan en recuperar o mantener la genuina identidad de los pueblos a través las expresiones artísticas populares.

De esta manera el arte pasa a depender de los gobiernos de turno que, cuando no discriminan ideológicamente, explotan a los artistas aprovechándolos políticamente y, a cambio de reconocimiento y pagos simbólicos, les exigen que se acomoden a sus preferencias estéticas.  

Con un público culturalmente empobrecido, allí donde escasea la cultura y la educación, la economía crece sin alma. Las obras no circulan y los artistas, en busca de audiencias que raramente los reconocen o consumen sus creaciones, sienten el desaliento de que su obra no llega al público, malogrando así su creatividad y su producción.

Renunciando o depreciando los valores simbólicos, materiales e inmateriales, de la cultura que fertiliza el saber, el modelo educativo y social parece apuntar a la banalización cultural ahogando las expresiones artísticas más genuinas.

Así como educar no es apenas formar individuos capaces de producir, el papel de los artistas no es el de estimular gratuitamente la sensibilidad mediante la estética. El arte posee una dimensión humana capaz de reflejar la experiencia colectiva de las sociedades. Para que esa experiencia colectiva trascienda los artistas deben contar con un público educado y culto con criterios para discernir entre la superficialidad de la cultura masificada y el arte popular que lo representa.

Miguel Hachen | Neoguarani

domingo, 9 de diciembre de 2012

Estudian la Estética Neoguaraní en escuelas y colegios de Buenos Aires

Orientados por la Profesora Andrea González, los alumnos del 2° año ESB del Instituto Mariano Moreno de la Localidad de Facundo Quiroga, Buenos Aires, Argentina, recrearon algunas obras Neoguaraní. También en la Ciudad de Campana, Buenos Aires, la Profesora Laura Quiñones trabajó la Estética Neoguaraní con alumnos del 1º, 2º y 3º año de la Escuelas Secundarias Nº 11 y Nº20.


jueves, 10 de mayo de 2012

Alfabetización visual: técnicas, fundamentos y estilos

Más que ético sería saludable y hasta si se prefiere, muy beneficioso, que los pintores y muralistas fuesen conscientes de lo que hacen o por lo menos aprendiesen en qué consiste la diferencia entre la utilización de materiales, sus múltiples procedimientos y aplicaciones, a los que comúnmente denominamos TÉCNICAS: fresco, bajorrelieve, mosaiquismo, acuarela, óleo, etc.; de la suma de principios a partir de los que se puede fundar y adoptar un sistema de conocimientos que se conoce como FUNDAMENTOS y de la manera expresarnos, es decir del conjunto de características formales, cromáticas, temáticas, estéticas etc., que identifican a cada autor y caracterizan su obra y que se reconoce como ESTILO o LENGUAJE.

Clones

Al igual que las TÉCNICAS, los FUNDAMENTOS  son -o por lo menos debieran ser- materia en las escuelas de arte y en los talleres, por lo tanto son conocimientos universales. En cambio los ESTILOS indican la manera particular con la que cada individuo crea, de cómo apoyado en sus valores y formas de ver el mundo se expresa. Esto es algo tan distintivo y tan personal como la caligrafía, tan inconfundibles como las voces y tan íntimos como la biografía de cada individuo, a menos que queramos ser meros clones que simulan ser lo que no son.

Haciendo una analogía, el hecho de aprender TÉCNICAS caligráficas para escribir a mano, no nos otorga la licencia para ser escritores. En todos los ámbitos, la técnica por sí sola significa poco o nada; así es que, para poder desarrollar un texto no digo bello, sino medianamente legible, es imprescindible conocer los FUNDAMENTOS de la gramática. Por más perfecta que sea nuestra “caligrafía”, si desconocemos los principios de la gramática ni siquiera podremos elaborar un texto. Ahora bien, el hecho de manejar la caligrafía y conocer los fundamentos del lenguaje escrito no significa que inmediatamente heredamos el ESTILO de un Borges y ya sepamos escribir como él, o peor aun, igual que él. Demás está decir que jamás se podrá escribir como él porque fue un ser único.

Analfabetismo visual

Del mismo modo, aunque dominemos las técnicas y los fundamentos de la pintura no significa que tenemos derecho a pintar como Carpani. Sobre todo porque Carpani hubo uno y esa unicidad es lo que le confirió valor a sus obras. Por otro lado, las técnicas por sí solas no expresan nada. Así como se denomina analfabeto al que no sabe leer y escribir también se puede denominar analfabeto visual, al que no sabe ver. El que desconoce los FUNDAMENTOS básicos de la pintura, en lugar de aprender a componer cree que dominando la técnica va a lograr algún resultado estético. Otros creen que el “secreto” está en los contenidos, es decir en los temas que elija para pintar, ignorando que sin el significante -¿cómo se hace?- los significados -¿qué hago?- carecen de valor.   

Ser uno mismo

Más que vergonzoso resulta triste y hasta patético que los pintores y muralistas desconozcan o nieguen estas cuestiones, ya que uno de los valores más significativos de las expresiones artísticas es, justamente, la individualidad que caracteriza a cada ser humano y su vida como un todo. Veo que hay mucha gente que al no tener consciencia de quien realmente es, deambula por este mundo queriendo de ser otro.

Miguel Hachen | Neoguarani

viernes, 27 de abril de 2012

Neoguarani: entre un lenguaje individual y un movimiento cultural

Los mejores parámetros para saber si nuestro trabajo es apreciable o irrelevante son las respuestas del público y la actitud de nuestros colegas. No puedo negarlo, me complace que muchas personas de diversas áreas, amigos y amigos de mis amigos virtuales, tomen las imágenes de mis obras para ilustrar sus perfiles. Pero, lo que más me sorprende y hasta me conmueve es que algunos colegas argentinos, paraguayos, brasileños y de otros países sudamericanos soliciten adherirse al lenguaje que vengo desarrollando desde 1996 y al que denominé Neoguarani.


Un “estilo artístico” o una nueva identidad al alcance de sus manos


Hay quienes me preguntan si se trata de una “corriente artística o movimiento cultural” y otros afirman que se sienten “atraídos o identificados” con este “modelo” estético. Asombrado veo como los más ingenuos o imprudentes reproducen algunas de mis obras y, por increíble que parezca, luego las publican como siendo propias. También hay colegas, menos íntegros -pero para nada ingenuos- que sin hacer uso de la denominación Neoguaraní se apropian del lenguaje plástico para aplicarlo a otras temáticas en estas y otras tierras porque, como todo lo que se publica en este medio está, gratuitamente, al alcance de sus manos.



Al analizar la producción de algunos colegas y hacer una retrospectiva observando las obras que realizaron hace uno, dos, tres o cuatro años atrás, noto como en tiempo record migraron de un lenguaje a otro; es como si cambiasen de personalidad e intentasen expresar en sus obras vivencias que jamás experimentaron. Es más o menos como si un músico santiagueño, quien durante años tocó chacareras, de un día para el otro pasara a ejecutar “gualambao” porque es lo que más se está escuchando y “vendiendo”... 

Un lenguaje, estética o estilo personal -con características formales propias- no es un producto provisorio o efímero que se conquista espontáneamente, ni es una mercancía que se adquiere gratuitamente y nos pertenece porque lo “descubrimos” en la web, gracias al Google o al Facebook. Un lenguaje es bastante más significativo y valioso que un procedimiento técnico, es el resultado de muchos años de investigación y dedicación, es el reflejo de lo que cada uno recibe como herencia cultural; pero sobretodo es el resultado de las propias vivencias, de esa inconfundible biografía personal que caracteriza a cada individuo y es tan distintivo como el sonido de nuestras voces. Quienes, por moda o dinero, reproducen las vivencias ajenas pierden el tesoro más valioso que poseen: su propia identidad.

¿Elefantes marinos en Misiones y yaguaretés en la Antártida?

Así como las expresiones artísticas de cada cultura son dignas y valiosas porque se diferencian de las otras, cada historia personal es digna y valiosa, justamente, porque nos diferencia y distingue de los demás individuos. Cuando las manifestaciones artísticas individuales son genuinas exteriorizan aquello que somos como seres culturales y expresan las cualidades sociales de cada cultura, es decir: su pasado y su presente; sus acentos y sus cadencias; su geografía y su clima; sus colores y sus formas; su flora y su fauna; sus olores y sus sabores. Naturalmente no encontramos elefantes marinos en Misiones ni yaguaretés en las Islas Malvinas; así como no existe selva en la Patagonia, ni hielos glaciales en el Paraguay, es ridículo que las expresiones artísticas no condigan con la historia y los paisajes individuales y colectivos.

Las cualidades intrínsecas que identifican países, regiones, provincias, etc., son arquetipos y atributos inconfundibles, no son frutos que están a la venta en los supermercados, no se forjan en un par de años, no se cultivan ni crecen en tierras lejanas, tampoco se aprehenden leyendo u observando obras y fotografías. Por esta razón, uno de los valores más importante de las expresiones artísticas es la capacidad que tengamos de reflejar nuestra biografía individual y nuestras semblanzas colectivas. Para alcanzar un lenguaje no es cuestión de “reproducir” los contenidos temáticos del entorno, se trata de interpretar los significados simbólicos del imaginario colectivo y resemantizar sus formas.

Los “típicos” carnavales dinamarqueses

Así, cuando leemos las obras de Jorge Amado vemos reflejada su Bahía natal y comprendemos el sincretismo cultural tan característico de ese Estado. Cuando escuchamos las canciones de Ramón Ayala identificamos a Misiones. Por eso mismo, el más virtuoso músico alemán nacido en Berlín jamás podrá componer tangos con la misma pasión de un porteño, como tampoco los dinamarqueses nunca podrán alcanzar el brillo del carnaval carioca, simplemente porque carecen de las tradiciones afrobrasileñas. En todos los casos estarán ausentes las raíces, la idiosincrasia, el sentido de pertenencia y los sentimientos individuales y colectivos. La diversidad entre los orígenes e historias de las diferentes culturas es muy semejante a la diversidad y origen de los individuos.

Solo nos corresponde ser, reconocer, valorar y expresar aquello que somos como individuos y como seres culturales, pertenecientes a determinada sociedad, para que las obras que producimos sean genuinas e incontestables. De otro modo, tan solo serán productos comerciales, de carácter temporal, que no sobrevivirán al paso del tiempo.

Ideales estéticos y criterios éticos

Cuando una forma de expresión artística -surgida de experiencias individuales- se torna pública es porque se comienza a reconocer su valor cultural, es porque ese lenguaje nos identifica colectivamente. Por estas razones, considero que si un estilo es genuino, si refleja la identidad individual y colectiva, si representa nuestros valores y encarna el ideal estético comunitario, podrá trascender y hasta podrá transformarse en un movimiento cultural regional al que se adhieran, inclusive, otras formas de expresión artística, siempre y cuando comulguen y reconozcan la procedencia y naturaleza de estos ideales. En estos casos es necesario conducirse con criterios éticos.

Miguel Hachen | Neoguarani