miércoles, 8 de marzo de 2017

Arte público al servicio de ideales, no de ideologías

Mientras que el socialismo timonea obsesionado sobre fórmulas marxistas, el capitalismo concentra las riquezas y administra la miseria humana, hegemonizando su doctrina liberal. Como toda ideología, ambas corrientes cometieron -y aun cometen- genocidios y etnocidios, siembran miedo y cultivan odios viscerales. Lo mismo ocurrió y aún ocurre con las religiones.

Partícipes de la historia, los artistas fueron funcionales a la iglesia retratando sus “verdades” o la enfrentaron criticando sus falacias. Del mismo modo que el arte revolucionario fue subvencionado por la izquierda, estuvo al servicio de las elites liberales y otras veces combatió regímenes absolutistas, en los mal llamados sistemas democráticos de hoy, muchos artistas realizan obras respondiendo al poder de turno.

Al igual que durante el auge del movimiento muralista mexicano, hoy el contenido de las obras del arte público es mayoritariamente partidario y se continua promoviendo las luchas sociales, la discriminación y el adoctrinamiento. Con apoyo oficial, la libertad de expresarse en muros y paredes es utilizada principalmente para dividirnos entre fieles e infieles, blancos y negros, orientales y occidentales, unitarios y federales, socialistas y liberales, fanatizando a las masas que, en pleno siglo XXI, se someten ciegamente a inverosímiles sofismas. Adictos a diversas ideologías, algunos artistas ignoran que el adoctrinamiento y las luchas entre distintos sectores hoy ya son estériles, como es vano creer en el predominio o supuesta superioridad de una cultura sobre las otras.

Creo que la consciencia social del arte en general y del muralismo en particular debe orientarse hacia los contenidos que honren a la naturaleza, a los orígenes del hombre. El énfasis debe estar en los bienes primordiales de la raza humana, de la naturaleza, de la vida como un todo. Nuestro planeta como espacio vital incluye a todas las clases sociales y trasciende dogmas e ideologías. El arte público debe ser un canto a la vida y a la libertad, a la integridad de la madre tierra. El hombre y el arte deben marchar hacia un ideal universal heterogéneo.

“Ysy, Kuarahy ha Yvytu” (A Mãe Água, o Sol e o Ar - La Madre Agua, el Sol y el Aire), Obra Mural Neoguarani realizada en el Edificio do Saber, Parque Tecnológico Itaipú, Foz de Iguazú, Brasil.  

Miguel Hachen | Neoguarani

Fotografía, gentileza de Jean Pavão.

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