domingo, 7 de enero de 2007

Manifiesto Neoguaraní



Conceptos estético-filosóficos


Introducción

Conceptualizar y establecer los fundamentos estético-filosóficos resultantes de un lenguaje plástico individual para ordenarlos, enunciarlos y reunirlos en un documento, no es tarea fácil. Formular y legitimar un manifiesto exige adentrarse en las propias vivencias, búsquedas e indagaciones, para revelarlas y dar testimonio de ellas. Para poder hacerlo debo intentar situarme en un terreno donde, al mismo tiempo, sea el observador y el objeto observado.

Siendo observador me corresponde examinar, evaluar, calificar y cuantificar atentamente los aspectos tangibles para así determinar, con la mayor fidelidad posible, la naturaleza y el objetivo de este manifiesto. Siendo el objeto observado, debo resaltar los valores intangibles del esfuerzo humano realizado y atribuirme los méritos y derechos de un continuo y arduo proceso que me demandó muchos años de vida.

El hecho de inaugurar, formalizar y legalizar un manifiesto implica la voluntad de hacerlo público. Esta decisión me obliga no solo a difundirlo sino, también, a dividir con escritores y compositores que comulguen con los principios de este documento, los frutos de un concepto propio y, de esta manera, dejarlo trascender y ramificarse más allá de las aspiraciones o conquistas personales.

Como lenguaje plástico y concepto estético individual el Neoguaraní ya ha trazado un camino, un recorrido del que se conoce el origen pero se ignora el futuro trayecto. Al convocar a otros artistas de otras disciplinas para adherirse y recorrer juntos este camino, se aspira alcanzar la categoría de estilo o movimiento artístico-cultural interdisciplinario.
                                                                                                                           
Orígenes, extensión territorial y significados

La denominación Neoguarani fue tomada del libro O povo brasileiro escrito por el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro. En dicha obra, el término se utiliza para referirse a los grupos de indios misioneros Guaraní o guaranizados por los jesuitas y a otros núcleos mestizos que dieron origen a los gauchos brasileños y rioplatenses.

Sin embargo, según intentaré demostrar, este vocablo contiene acepciones que bien pueden ser empleadas en el ámbito de las expresiones artísticas. A esta palabra es posible atribuirle otro significado, ya sea en las artes plásticas, la música y la literatura o, más ampliamente, en el modo de ser de una gran región que abarca nada menos que Brasil, Paraguay, gran parte de Argentina y Bolivia aunque, con la misma legitimidad, podría extenderse hacia casi toda Sudamérica.

La expresión Neoguarani es el resultante de un neologismo que surge del griego néos ‘nuevo’ y guaraní -o guariní- que, según la etimología de esta lengua, significa ‘guerrero’. Se podría decir que ser Neoguaraní es ser un nuevo guerrero, un combatiente cuyos únicos instrumentos de lucha son su arte y su cultura. Un nuevo guerrero que combate pacífica y silenciosamente la hegemonía cultural que comenzara hace más de cinco siglos y que hoy continúa sometida a otro imperio que nos impone su estética abyecta.   

En esos combates, siempre tan desparejos, contra la enajenada y ya muy asimiladas estéticas y filosofías etnocentristas que intentan anular nuestra identidad cultural en beneficio de una cultura global, pretendidamente universal, es imperioso sostener y dar a conocer nuestra forma de ser y de crear; mantener vivo ese ñande rekó pasivo e inquebrantable heredado de los guaraníes. Al final el arte es -o se torna- universal siempre que represente a la cultura en la cual se origina.

El legado cultural guaraní

Gran parte del extenso territorio que comprende desde el Caribe (Caraive), hasta San Clemente del Tuyú, en Buenos Aires y desde las costas del actual Brasil hasta los Andes, antes de ser usurpado por los conquistadores españoles y portugueses, era poblado por la Gran Nación Guaraní. Prueba de ello es que la isla que, en 1492, Cristóbal Colón denominó Santo Domingo ya era habitaba por un grupo originario de la familia lingüística guaraní.

Si durante las Misiones Jesuíticas hubo una reducción de la lengua, según afirma el antropólogo Bartolomeu Melià, también podemos afirmar que ocurrió una reducción estética o artística que, junto con otros elementos culturales, era considerado menor y que, sin embargo, al igual que la lengua, no han desaparecido.

Aunque en los últimos dos siglos esos territorios se tornaron naciones independientes, la cultura opresiva y sectaria, heredada del colonizador europeo, continuó imponiéndose, sometiendo con la espada y reduciendo con la cruz. Es bien sabido que estas jóvenes naciones poco o nada han valorado los aportes culturales de los pueblos originarios en la construcción de sus identidades nacionales. Muy por el contrario, en el transcurso de esas construcciones se presentaron dos alternativas hartamente conocidas: civilización o barbarie.

Ante este dilema los gobernantes locales, siempre subordinados al poder europeo, determinaron el predominio de la civilización y así fuimos obligados a adoptar la ilustración y el refinamiento de una cultura que, lamentablemente, hasta hoy aceptamos como superior. Refinamiento, ilustración y estéticas diversas a las del criollo inculto y atrasado. Esa ilusoria superioridad cultural permitió que aprendiéramos a sentir vergüenza de ser criollos, de ser morenos o de tener sangre indígena. Desde aquellos tiempos aprendimos a mirarnos a nosotros mismos con desdén y hasta con cierto menosprecio. Querían blanquear la raza y aunque continuemos siendo predominantemente criollos, neoguaraníes, neoaraucanos o neoquichuas, en cierta forma han conseguido blanquear el pensamiento de los mestizos, bien como el de algunas comunidades originarias.

Muy a pesar de la pérdida o degradación de sus identidades culturales, las poblaciones guaraníes aculturadas han dejado su impronta ya sea mediante el mestizaje o el silencioso proceso de transculturación que se evidencia en el acento y en la culinaria; en la toponimia  y la antroponimia; en la denominación de la flora y la fauna en lengua guaraní; en la música y en la literatura y en el propio uso del idioma que, afortunadamente, perdura hasta nuestros días y es hablado con más o menos frecuencia en el nordeste argentino, en el sur boliviano y en la totalidad del territorio paraguayo.

Pero aunque no se tanga conciencia que en esta región son todos neoguaraníes ni de que son movidos por ese mismo impulso que me motiva a ser un nuevo guerrero; quiérase o no, somos el resultado de ese sincretismo cultural y en ese contexto surge el Neoguaraní para definir una forma popular de ser y de hacer; de sentir y de mirar; de expresarse y de razonar.

El hecho de que algunos seamos descendientes de europeos, tengamos la piel clara y no hablemos fluidamente el guaraní, o no seamos guarani parlante, no significa que no podamos considerarnos Neoguaraníes ni herederos de esta cultura originaria. Aunque por nuestras venas no corra sangre guaraní, de una u otra forma todos hemos sido guaranizados. Guaranizados a través de la música litoraleña;del chamamé, la guarania y la polca; a través de la culinaria y del modo andar; de la literatura y de la filosofía de vida. Como dije, todos en esta región somos neoguaraníes. El término Neoguaraní solo pone en evidencia lo que culturalmente siempre existió, pero había que darle una denominación que anuncie y defina con claridad quienes somos como seres culturales. Habrá quienes lo nieguen, pero haciéndolo se estarán negando a sí mismos.

Estética e identidad cultural

Aun así, desde la colonización hasta nuestros días no han surgido corrientes o movimientos artísticos capaces de generar lenguajes plásticos de expresión local o regional. La pintura en particular -y las bellas artes en general- han sido apenas manifestaciones calcadas de modelos europeos, ajenos a nuestra realidad. Exceptuando algún intento aislado, fueron y son realizadas bellas descripciones de lo pintoresco. Verdaderas misceláneas carentes de raíces, que poco o nada valorizaron el protagonismo histórico de la Gran Nación Guaraní en la formación de nuestra identidad cultural.

En suma: a fuerza de ser excluidos, nos negamos a nosotros mismos. Siempre nos han hecho buscar los valores culturales de nuestra región lejos de su geografía, de su historia y de sus raíces. En el mejor de los casos, se realizan artesanías “regionales” elaboradas especialmente para el turista. En ellas, en vez de enfatizar la forma de hacer se da énfasis a los contenidos.

Frente a esta realidad era necesario reformular nuestro concepto estético, buscar formas y significantes autóctonos que incluyan nuestras raíces culturales, sin excluir -al menos en el arte- las tradiciones milenarias capaces de proporcionarnos mensajes inteligibles que permitan delinear una estética genuina y popular que nos identifique y nos distinga culturalmente.

Pero para poder traducir esos significados necesitamos de la forma; es decir, de una manera de hacer. Es de la forma de donde emanan los valores estéticos para la creación artística. La forma debe parecerse a nosotros, reflejar la esencia de nuestra identidad cultural; en fin, debe extraer la naturaleza íntima da nuestra tierra y de nuestro ser. El arte y la identidad cultural son principios indivisibles. No es posible pensar un arte regional y popular ignorando o desdeñando las tradiciones con sus valores formales, intelectuales, morales, espirituales y estéticos.

Nuestra región ha testimoniado los procesos de transculturación, aculturación y deculturación entre colonizadores y pueblos originarios y, posteriormente, entre mestizos, africanos e inmigrantes europeos. Dichos procesos posibilitaron la unificación de culturas antagónicas que sufrieron vaciamientos y colisiones; retrocesos, repudio, encuentros y desencuentros, pero hubo también adaptación, renovación y un continuo crecimiento.

Sin embargo, aunque la experiencia sociocultural de esos encuentros y desencuentros generó formas materiales y espirituales que se manifestaron en gran parte de las actividades humanas, en el ámbito de las artes plásticas no se ha sabido expresar el fruto de esa experiencia colectiva. Prácticas y conocimientos que, pese a todo, siempre han estado a nuestro alcance ya que forman parte de nuestro ser cultural.

Renacer en la estética

Como heredero natural de esas experiencias y conocimientos e hijo de estos paisajes geográficos y culturales, en 1996 emprendí una investigación sobre la cultura guaraní y su influencia en nuestro modo de ser. Paralelamente comencé a desarrollar un lenguaje de expresión plástica único y diferente, determinante y armónico al que denominé Neoguaraní. En él, los códigos visuales intentan mantener una estrecha relación entre formas y contenidos, estableciendo así un concepto estético regional genuino. 

En dicho lenguaje intento utilizar la misma síntesis geométrica que los guaraníes aplicaban -y todavía lo hacen- en la confección de diademas, cestería, arte plumaria, apikás, cerámica y pintura corporal. Intento materializar las metáforas del pensamiento religioso guaraní, su historia y su cosmovisión, abordando también las leyendas derivadas de sus mitos para otorgar nuevas imágenes al panteón de las divinidades virtuales guaraníticas y una nueva iconografía que retrate nuestra flora y nuestra fauna; nuestra gente y nuestra historia. Sin ser guaraní, a través del lenguaje plástico Neoguaraní intento resignificar y así mantener vivo el ideal estético de esta cultura ancestral.

Ese ideal estético no difiere demasiado de otras culturas originarias de América del Sur y los guaraníes lo conciben como expresión de simetría y equilibrio, de unidad y de síntesis mediante el uso de formas geométricas puras, abstracciones y sobrias figuras. En cierta forma el concepto estético Neoguaraní es una suerte de renacimiento de esos conceptos artísticos, de esa cándida manera de hacer, decir y representar.

En efecto, se trata de una suerte de readaptación o relectura que en la que recreo las metáforas del pensamiento religioso guaraní y muestro, tímidamente, la esencia y la riqueza espiritual de este pueblo que ha sobrevivido a su dolorosa historia. No trato de revelar sus enigmas ni de negarlos pero tampoco pretendo hacer “arte indígena” como -con cierta ignorancia o falta de respeto- se escucha decir por ahí, ya que para hacer arte indígena hay que ser nativo. En todo caso lo que hacen es copiar, plagiar o imitar usando herramientas y procedimientos técnicos poco primitivos.

En lugar de asumir esas posturas facilistas que no valoran ni respetan los procesos creativos ajenos, lo que se intenta alcanzar es un concepto estético precursor, compuesto por elementos heredados de ambas culturas: la guaranítica y la europea. Siendo sucesores de ambas culturas no podemos ni debemos negar una en favor de la otra. Del mismo modo que no es posible hacer arte indígena sin ser aborigen, tampoco se podría hacer arte europeo sin ser natural de Europa.   

Igualmente, en estos paisajes subtropicales, tampoco es posible imaginar un arte que remede las vanguardias propias de las grandes urbes -donde predominan la polución visual, lo efímero y la velocidad- en prejuicio de nuestra propia identidad. No es necesario recordar que no habitamos en Buenos Aires, mucho menos en Nueva York, para emular sus expresiones artísticas.  

Mientras en las metrópolis latinoamericanas la estética es heterogénea y se concentra en la búsqueda de lo ‘post’, adelantándose a lo que vendrá, reflejando su caótico entorno futurista y su fisonomía multicultural, el Neoguaraní hace un camino inverso: marcha hacia el pasado, indagando en nuestras raíces para encontrar una identidad con características propias, homogénea y muy bien definida.

Salvando las cualidades y las distancias, podemos citar como ejemplo el renacimiento. Ese periodo en el que se renovó no apenas las artes plásticas, la arquitectura y las letras, sino que además influyó en la cultura de la época y se caracterizó por la recuperación de los valores y modelos de la antigüedad greco-romana, contraponiéndose a tradición medieval que había negado y ocultado los conocimientos y la cosmovisión aristotélica.

Debemos a los renacentistas que los cánones de belleza y el conjunto de conocimientos del arte greco-romano no hayan desaparecido. De una o de otra forma, semejante argumento podría ser válido cuando de la cultura guaraní se trata, ésta también fue menospreciada y negada durante cinco siglos. Tal vez sea el momento de renacer y renovarse buscando y recuperando valores y saberes; estéticas y cosmovisiones de los pueblos originarios, como la ancestral cultura guaraní.

De hecho, es paradójico que aquellos países tan desarrollados a quienes se reverencia y admira estén tan interesados en explotar -para beneficio propio- los conocimientos de los pueblos originarios sobre las propiedades medicinales de nuestra flora. ¿Acaso debemos esperar que hagan lo propio con la estética?

Renacer en la cultura guaraní no sólo implica un compromiso sino que supone una identificación, entraña la comprensión y el respeto por su filosofía de vida y su cosmovisión. No se trata de tomar elementos aislados y superficiales, sino que es necesario ahondar en su forma de ver y de entender el mundo. Es indispensable adentrarse en su pensamiento y, a partir de allí, comenzar a recorrer su poesía y su arte. Ser Neoguaraní es reconocer la belleza negada y a partir de ella renovar con bases sólidas y mucho respeto.

Reseña histórica

Al adoptar el término Neoguarani para denominar este lenguaje plástico o concepto estético, estaba consciente de cuanto había heredado culturalmente de los guaraníes, gracias al hecho de ser hijo de paraguayo, a mis vivencias en la selva misionera donde nací y crecí próximo a una aldea Mbya, siempre estuve muy emparentando con la cultura guaraní, a lo que se agrega las experiencias resultantes de mis investigaciones.

Pero para volver a mis orígenes tuvo que ocurrir un hecho trascendental que paso a relatar. En 1996, después de seis años de residir en Brasil, por ocasión de un taller de esgrafiado que fue administrado en Cascavel por el extinto Grupo Arte Ahora, entre otros muralistas correntinos, tuve la oportunidad de conocer al arquitecto y artista plástico Fernando Calzoni.

Fernando con quién entable una amistad que perdura hasta hoy, además de enseñarme la técnica del esgrafiado en bajorrelieve, me introdujo en el muralismo, me invitó a Corrientes para participar de muestras y de otras obras murales y, posteriormente, me brindó la oportunidad de fundar, junto con otros artistas locales, el grupo Arte Ahora Brasil, con sede en Foz de Iguazú. Por razones políticas y cuestiones de diversas índoles, el grupo tuvo una vida corta. Pero, en ese momento, el haber regresado a la Argentina fue un hecho relevante que me permitió restablecer mis lazos con la cultura guaranítica, es decir con mis raíces culturales.

El grupo Arte Ahora de Corrientes también había fundado el Movimiento Interdisciplinario de la Región Guaranítica. Movimiento que, además de artistas plásticos, congregaba poetas y músicos. Sin menoscabar el valor artístico e histórico ni quitarle méritos a un emprendimiento de esa envergadura que posibilitó que la capital correntina sea conocida, nacionalmente, como “la ciudad de los murales”; en detrimento de la forma se favorecía el contenido temático.

Las obras murales colectivas que el mencionado grupo correntino realizaba narraban epopeyas, acontecimientos históricos y religiosos. Basados en una temática costumbrista, ilustraban santos, próceres y aborígenes para cautivar al poder público que los auspiciaba. Pero, a pesar de su guaranítica denominación, el grupo de artistas plásticos realizaba obras murales y pinturas veristas sin haber logrado desarrollar un lenguaje plástico o concepto estético con identidad cultural local o regional.

Influenciado y apoyado por Fernando Calzoni, a partir de 1996, comencé a realizar obras murales y, al fundar el Grupo Arte Ahora Brasil, una de mis primeras preocupaciones fue la de encontrar elementos plásticos que nos distinguieran de las obras murales correntinas. Pero tal preocupación no radicaba en los contenidos de las obras sino en la forma, en el lenguaje plástico; es decir, en la estética.

¿Si el movimiento interdisciplinario del que formaba parte pertenecía a la región guaranítica, porqué razón la estética no era de inspiración guaraní? En esa época, además de los libros sobre el muralismo mexicano que me facilitara el propio Calzoni, tomé contacto con las obras de León Cádogan, Pierre Clastres, Darcy Ribeiro, Tício Escobar, Adolfo Colombres, Carlos Mordo y Bartolomeu de Melià, entre otros etnógrafos y antropólogos y comencé a frecuentar las aldeas Mbororé e Iriapú, localizadas en Puerto Iguazú.    

El chamamé y los libros me devolvieron las vivencias de mi infancia en la selva misionera donde compartí algunas actividades con mis vecinos los Mbya. Al rencontrarme con mis orígenes comenzó a surgir el lenguaje plástico al que tiempo después denominaría Neoguaraní.

Neoguaraní, ñande piahú rekó

Este singular concepto estético que ha sido plasmado en innumerables obras murales, pinturas, cerámicas, bocetos datados y reproducciones serigráficas en prendas de vestir, plantea una nueva iconografía que, en cierta forma, encarna el ideal estético guaraní. Para materializar los contenidos de la mitología guaraní y otros temas, fui incorporando grafías y simbolismos; códigos visuales y formales que componen las imágenes de dioses, hombres y astros que se entrelazan y se mimetizan con la Naturaleza. Estos entrelazados aluden y encarnan la simbiosis de los guaraníes con su entorno y simbolizan su comunión con la tierra.

La flora y fauna son representadas como elementos vivos que se incorporan a las figuras humanas para transformarse en aderezos, en pintura corporal que ornamentan a los bellamente adornados. Al igual que en las tramas de la cestería guaraní, donde las formas ambivalentes juegan a ser figura y fondo, en la estética Neoguaraní esas dualidades también aparecen en los elementos que se alternan entre la figura y el fondo.

Como artista plástico y muralista, es un orgullo fundamentar el trabajo artístico que he desarrollado apoyándome en los conceptos del pensamiento y de la estética de este pueblo noble y espiritualizado. Conceptos estéticos, filosóficos y religiosos cuya interpretación siempre es muy personal, tan personal y diversa como la obra de cada artista, tan propio e inconfundible como la voz de cada ser humano y tan singular como el neologismo que escogemos o creamos para designar nuestra forma individual de hacer arte.

De mis vivencias emanaron la concepción estética y los recursos compositivos, el modo personal de generar espacios y profundidad; la manera de aplicar las formas y los colores. Nada de ello me fue dado gratuitamente, trabajé muchos años y aún lo sigo haciendo. Lo hago con mucho respeto por el arte y, por sobre todo, inspirado en este milenario pueblo guaraní al que interpreto con cierta timidez pero con mucha veneración y respeto. Jamás me subí a lo que se puso de moda ni monté en la originalidad o el esfuerzo ajeno para apropiarme de él y así granjearme el reconocimiento y los elogios. En el lenguaje Neoguarani expreso lo que soy ser humano y como ser cultural.

Entre semblanzas y aventureros

Para abrir y compartir con aquellos artistas que concuerden con este modo de expresión y con su denominación, era fundamental registrar y documentar los conceptos de este manifiesto por escrito y publicarlos. Por otra parte, ante la audacia y la ausencia de escrúpulos de algunos aventuremos que, mediante el uso de internet, usurpan y se atribuyen este lenguaje sin considerar que es demasiado sencillo descubrirlos y denunciarlos públicamente en ese mismo medio. Así, junto con otros documentos, este manifiesto constituye una valiosa prueba de lo que aquí es manifestado.

A través del presente manifiesto no se pretende que los conceptos aquí vertidos sean interpretados como una doctrina estética que debe ser seguida para realizar obras idénticas, sino para que cada artista interprete y se exprese de acuerdo a su lenguaje individual.

Cabe destacar que aún será necesario realizar una exhaustiva investigación para puntualizar cada aspecto cultural del concepto Neoguaraní y sus alcances. Habrá que examinar detenidamente la música, la poesía y las tradiciones orales; el lenguaje y los giros idiomáticos; los mitos urbanos y la arquitectura, entre otros. 

Miguel Hachen,

Foz de Iguazú, Brasil, 9 de enero del 2007.-

4 comentarios:

Unknown dijo...

Muy amplio y envolvente este post. Da forma a lo que se siente cuando se contacta con los indios y los mestizos, pero es difícil de expresar.Es bueno para anáilis y tomar postura.

Unknown dijo...

Esto es muy interesante y aclara la posición que se siente ante la situación cultural actual de indios y mestizos. Es como ponerle palabras al sentimiento de pesar y curiosodad.

Unknown dijo...

Muy amplio y envolvente este post. Da forma a lo que se siente cuando se contacta con los indios y los mestizos, pero es difícil de expresar.Es bueno para anáilis y tomar postura.

SILVI VERA dijo...

Interesante me ha gusta. Nuestros orígenes están ahí y forman parte de nuestra esencia. Totalmente una equivocación el negarlos y avergonzarse de ellos cuando en realidad son los que nos aportan la diferencia que nos hace únicos y de una gran riqueza personal, espiritual, etc