viernes, 27 de abril de 2012

Neoguarani: entre un lenguaje individual y un movimiento cultural

Los mejores parámetros para saber si nuestro trabajo es apreciable o irrelevante son las respuestas del público y la actitud de nuestros colegas. No puedo negarlo, me complace que muchas personas de diversas áreas, amigos y amigos de mis amigos virtuales, tomen las imágenes de mis obras para ilustrar sus perfiles. Pero, lo que más me sorprende y hasta me conmueve es que algunos colegas argentinos, paraguayos, brasileños y de otros países sudamericanos soliciten adherirse al lenguaje que vengo desarrollando desde 1996 y al que denominé Neoguarani.


Un “estilo artístico” o una nueva identidad al alcance de sus manos


Hay quienes me preguntan si se trata de una “corriente artística o movimiento cultural” y otros afirman que se sienten “atraídos o identificados” con este “modelo” estético. Asombrado veo como los más ingenuos o imprudentes reproducen algunas de mis obras y, por increíble que parezca, luego las publican como siendo propias. También hay colegas, menos íntegros -pero para nada ingenuos- que sin hacer uso de la denominación Neoguaraní se apropian del lenguaje plástico para aplicarlo a otras temáticas en estas y otras tierras porque, como todo lo que se publica en este medio está, gratuitamente, al alcance de sus manos.



Al analizar la producción de algunos colegas y hacer una retrospectiva observando las obras que realizaron hace uno, dos, tres o cuatro años atrás, noto como en tiempo record migraron de un lenguaje a otro; es como si cambiasen de personalidad e intentasen expresar en sus obras vivencias que jamás experimentaron. Es más o menos como si un músico santiagueño, quien durante años tocó chacareras, de un día para el otro pasara a ejecutar “gualambao” porque es lo que más se está escuchando y “vendiendo”... 

Un lenguaje, estética o estilo personal -con características formales propias- no es un producto provisorio o efímero que se conquista espontáneamente, ni es una mercancía que se adquiere gratuitamente y nos pertenece porque lo “descubrimos” en la web, gracias al Google o al Facebook. Un lenguaje es bastante más significativo y valioso que un procedimiento técnico, es el resultado de muchos años de investigación y dedicación, es el reflejo de lo que cada uno recibe como herencia cultural; pero sobretodo es el resultado de las propias vivencias, de esa inconfundible biografía personal que caracteriza a cada individuo y es tan distintivo como el sonido de nuestras voces. Quienes, por moda o dinero, reproducen las vivencias ajenas pierden el tesoro más valioso que poseen: su propia identidad.

¿Elefantes marinos en Misiones y yaguaretés en la Antártida?

Así como las expresiones artísticas de cada cultura son dignas y valiosas porque se diferencian de las otras, cada historia personal es digna y valiosa, justamente, porque nos diferencia y distingue de los demás individuos. Cuando las manifestaciones artísticas individuales son genuinas exteriorizan aquello que somos como seres culturales y expresan las cualidades sociales de cada cultura, es decir: su pasado y su presente; sus acentos y sus cadencias; su geografía y su clima; sus colores y sus formas; su flora y su fauna; sus olores y sus sabores. Naturalmente no encontramos elefantes marinos en Misiones ni yaguaretés en las Islas Malvinas; así como no existe selva en la Patagonia, ni hielos glaciales en el Paraguay, es ridículo que las expresiones artísticas no condigan con la historia y los paisajes individuales y colectivos.

Las cualidades intrínsecas que identifican países, regiones, provincias, etc., son arquetipos y atributos inconfundibles, no son frutos que están a la venta en los supermercados, no se forjan en un par de años, no se cultivan ni crecen en tierras lejanas, tampoco se aprehenden leyendo u observando obras y fotografías. Por esta razón, uno de los valores más importante de las expresiones artísticas es la capacidad que tengamos de reflejar nuestra biografía individual y nuestras semblanzas colectivas. Para alcanzar un lenguaje no es cuestión de “reproducir” los contenidos temáticos del entorno, se trata de interpretar los significados simbólicos del imaginario colectivo y resemantizar sus formas.

Los “típicos” carnavales dinamarqueses

Así, cuando leemos las obras de Jorge Amado vemos reflejada su Bahía natal y comprendemos el sincretismo cultural tan característico de ese Estado. Cuando escuchamos las canciones de Ramón Ayala identificamos a Misiones. Por eso mismo, el más virtuoso músico alemán nacido en Berlín jamás podrá componer tangos con la misma pasión de un porteño, como tampoco los dinamarqueses nunca podrán alcanzar el brillo del carnaval carioca, simplemente porque carecen de las tradiciones afrobrasileñas. En todos los casos estarán ausentes las raíces, la idiosincrasia, el sentido de pertenencia y los sentimientos individuales y colectivos. La diversidad entre los orígenes e historias de las diferentes culturas es muy semejante a la diversidad y origen de los individuos.

Solo nos corresponde ser, reconocer, valorar y expresar aquello que somos como individuos y como seres culturales, pertenecientes a determinada sociedad, para que las obras que producimos sean genuinas e incontestables. De otro modo, tan solo serán productos comerciales, de carácter temporal, que no sobrevivirán al paso del tiempo.

Ideales estéticos y criterios éticos

Cuando una forma de expresión artística -surgida de experiencias individuales- se torna pública es porque se comienza a reconocer su valor cultural, es porque ese lenguaje nos identifica colectivamente. Por estas razones, considero que si un estilo es genuino, si refleja la identidad individual y colectiva, si representa nuestros valores y encarna el ideal estético comunitario, podrá trascender y hasta podrá transformarse en un movimiento cultural regional al que se adhieran, inclusive, otras formas de expresión artística, siempre y cuando comulguen y reconozcan la procedencia y naturaleza de estos ideales. En estos casos es necesario conducirse con criterios éticos.

Miguel Hachen | Neoguarani

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