“Ysy, Kuarahy ha Yvytu” (A
Mãe Água, o Sol e o Ar - La Madre Agua, el Sol y el Aire)
Obra Mural realizada
en el Edificio do Saber, Parque Tecnológico Itaipú, Foz do Iguaçu, Brasil.
Fotografia, gentileza de Jean Pavão.
Arte público al servicio de ideales, no de ideologías
Mientras que el socialismo timonea obsesionado sobre
fórmulas marxistas, el capitalismo concentra las riquezas y administra la miseria
humana, hegemonizando su doctrina liberal. Como toda ideología, ambas
corrientes cometieron -y aun cometen- genocidios y etnocidios, siembran miedo y
cultivan odios viscerales. Lo mismo ocurrió y aún ocurre con las religiones.
Partícipes de la historia, los artistas fueron funcionales
a la iglesia retratando sus “verdades” o la enfrentaron criticando sus falacias.
Del mismo modo que el arte revolucionario fue subvencionado por la izquierda, estuvo
al servicio de las elites liberales y otras veces combatió regímenes
absolutistas, en los mal llamados sistemas democráticos de hoy, muchos artistas
realizan obras respondiendo al poder de turno.
Al igual que durante el auge del movimiento muralista
mexicano, hoy el contenido de las obras del arte público es mayoritariamente partidario
y se continua promoviendo las luchas sociales, la discriminación y el
adoctrinamiento. Con apoyo oficial, la libertad de expresarse en muros y paredes
es utilizada principalmente para dividirnos entre fieles e infieles, blancos y
negros, orientales y occidentales, unitarios y federales, socialistas y liberales,
fanatizando a las masas que, en pleno siglo XXI, se someten ciegamente a inverosímiles
sofismas. Adictos a diversas ideologías, algunos artistas ignoran que el
adoctrinamiento y las luchas entre distintos sectores hoy ya son estériles,
como es vano creer en el predominio o supuesta superioridad de una cultura sobre
las otras.
Creo que la consciencia social del arte en general y
del muralismo en particular debe orientarse hacia los contenidos que honren a la
naturaleza, a los orígenes del hombre. El énfasis debe estar en los bienes
primordiales de la raza humana, de la naturaleza, de la vida como un todo. Nuestro
planeta como espacio vital incluye a todas las clases sociales y trasciende
dogmas e ideologías. El arte público debe ser un canto a la vida y a la
libertad, a la integridad de la madre tierra. El hombre y el arte deben marchar
hacia un ideal universal heterogéneo.
Miguel
Hachen
Neoguaraní
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